Financial Times, 23 de septiembre de 2013
La crisis europea continúa destruyendo puestos de trabajo. Para finales del 2013 ya habrá 19 millones de desempleados en la eurozona, unos 7 millones más que en el año 2008. Se trata de un incremento sin precedentes desde el final de la II Guerra Mundial y que, presumiblemente, continuará durante el año 2014. La crisis del empleo golpea sobre todo a los países de la Unión Monetaria Europea situados en la periferia de ésta, donde también se ha producido un incremento excepcional en las quiebras de empresas, mientras que Alemania y el resto de los países centrales de la eurozona experimentan un crecimiento del empleo. Esta asimetría es una de las causas de la parálisis política que se observa en Europa actualmente y que ha quedado patente en la embarazosa sucesión de cumbres europeas que desembocan en última instancia en la adopción de medidas incapaces de poner freno a los procesos de divergencia creciente entre los dos grupos de países europeos antes señalados. Aunque esta lentitud de la respuesta política europea podría estar justificada en una fase menos severa del ciclo económico y en periodos de menor turbulencia en los mercados financieros, ésta no puede por menos que tener serias consecuencias negativas a largo plazo.
Tal y como una parte de la comunidad académica predijo, la crisis está poniendo de manifiesto una serie de profundas contradicciones en las instituciones y políticas de la Unión Monetaria Europea. En concreto, las autoridades europeas han adoptado un conjunto de decisiones que, contrariamente a sus anuncios, han contribuido a empeorar la recesión y a aumentar la brecha existente entre los países miembros. En junio de 2010, cuando los primeros signos de la crisis de la eurozona ya eran más que evidentes, una carta firmada por trescientos economistas avisaba entonces del peligro que entrañaban las políticas de austeridad pues éstas, decían ellos, contribuirían a deprimir aún más la demanda de bienes y servicios así como los niveles de empleo y renta dificultando con ello el necesario pago de la deuda generada, tanto pública como privada. Sin embargo, esta advertencia fue desoída. Las autoridades europeas prefirieron entonces adoptar la rocambolesca doctrina de la “austeridad expansiva” de acuerdo con la cual los recortes presupuestarios restaurarían la confianza de los mercados en la solvencia de los países de la UE, provocarían una reducción de los tipos de interés reales y, en última instancia, nos traerían la ansiada recuperación económica. Como recientemente ha reconocido el propio Fondo Monetario Internacional, ahora ya sabemos que las políticas de austeridad han agudizado la crisis económica, causando un colapso en los niveles de renta que ha superado con creces todas las expectativas creadas. Incluso los propios partidarios de la “austeridad expansiva” reconocen ahora sus errores. Sin embargo, el daño ya está hecho.
No obstante lo anterior, las autoridades europeas están volviendo a cometer el mismo error. Parecen estar convencidas de que los países de la periferia de la eurozona pueden resolver individualmente sus problemas realizando “reformas estructurales” supuestamente dirigidas a la reducción de costes productivos y precios, incrementar su competitividad y, por tanto, promover una recuperación basada en las exportaciones y la reducción de la deuda externa. Aunque este enfoque pone de relieve la existencia de algunos problemas, la creencia en que este tipo de política puede salvaguardar la unidad europea resulta, cuando menos, ilusorio. Las políticas macroeconómicas deflacionistas aplicadas en Alemania y otros países de la eurozona durante años con el fin de generar superávits comerciales, junto con otros factores, han ayudado a generar grandes desequilibrios en materia de deuda exterior y crédito entre los países de la eurozona. La corrección de estos desequilibrios requeriría una acción coordinada por parte de todos los países miembros. Creer que los países de la periferia de la Unión puedan resolver el problema económico que ahora les aflige sin asistencia de los demás implica que éstos tendrían que experimentar caídas de tal calibre en salarios y precios que, necesariamente, se produciría una caída aún más acentuada en sus niveles de renta así como una fuerte deflación de su deuda con el riesgo de que todo ello desemboque en una nueva oleada de crisis bancarias y en una paralización de la producción en regiones enteras de Europa.
John Maynard Keynes se opuso frontalmente al Tratado de Versalles en 1919 con estas palabras clarividentes: “Si adoptamos la posición consistente en que Alemania debe ser empobrecida, teniendo sus hijos que padecer hambre y quedar lisiados […] Si nos proponemos de forma deliberada empobrecer a la Europa Central, la venganza, me atrevo a predecir, no tardará en llegar”. Aunque la situación parece ser ahora la inversa, estando los países de la periferia en una encrucijada y con Alemania en una posición relativamente ventajosa frente a ellos, la actual crisis presenta más de una similitud con ese terrible periodo de la historia europea que generó las condiciones propicias para el surgimiento del Nazismo y el estallido de la II Guerra Mundial. Pareciera como si el recuerdo de aquellos espantosos años ya se hubiera desvanecido por completo pues las autoridades alemanas y otros gobiernos europeos están repitiendo precisamente los mismos errores que se cometieron entonces. Esta sorprendente cortedad de miras es, en última instancia, la razón principal de las oleadas de irracionalismo que azotan últimamente a Europa, desde la ingenua propuesta de establecer tipos de cambio flexibles como fórmula para resolver todos los problemas como los más preocupantes estallidos de ultranacionalismo y propaganda xenófobos.
Resulta esencial percatarse de que, si las autoridades europeas insisten en aplicar políticas de austeridad y depender sólo de las reformas estructurales para restablecer el equilibrio, pondrán el euro en grave peligro. La experiencia de la moneda única podría acabar, teniendo ello fuertes repercusiones en la futura existencia del mercado único. En la ausencia de condiciones para que una reforma del sistema financiero y la aplicación de las políticas monetaria y fiscal adecuadas hagan posible la aplicación de un plan para revitalizar la inversión pública y privada, hacer frente a las desigualdades de renta entre individuos y regiones, e incrementar los niveles de empleo en los países periféricos de la Unión, los políticos de algunos países periféricos acabarán quedándose sin otra posible alternativa que no sea la de enfrentarse a la difícil búsqueda de estrategias de salida del euro.
Emiliano Brancaccio and Riccardo Realfonzo (Sannio University, promoters of “the economists’ warning”), Philip Arestis (University of Cambridge), Wendy Carlin (University College of London), Giuseppe Fontana (Leeds and Sannio Universities), James Galbraith (University of Texas), Mauro Gallegati (Università Politecnica delle Marche), Eckhard Hein (Berlin School of Economics and Law), Alan Kirman (University of Aix-Marseille III), Jan Kregel (University of Tallin), Heinz Kurz (Graz University), Theodore Mariolis (Panteion University, Athens), Alfonso Palacio-Vera (Universidad Complutense Madrid), Dimitri Papadimitriou (Levy Economics Institute), Pascal Petit (Université de Paris Nord), Dani Rodrik (Institute for Advanced Study, Princeton), Malcolm Sawyer (Leeds University), Willi Semmler (New School University, New York), Engelbert Stockhammer (Kingston University), Tony Thirlwall (University of Kent).
....and also: Rania Antonopoulos (Levy Institute), Georgios Argeitis (Athens University), Jean-Luc Bailly (Université de Bourgogne), Stefano Bartolini (University of Siena), Amit Bhaduri (Javaharlal Nehru University), Guglielmo Chiodi (Sapienza Università di Roma), Mario Cassetti (University of Brescia), Julio Castellanos (Universidad Nacional Autonoma de Mexico), Giuseppe Celi (University of Foggia), Laura Chies (University of Trieste), Paulo Coimbra (University of Coimbra), Eugenia Correa (Universidad Nacional Autonoma de Mexico), Romar Correa (University of Mumbai), Marcella Corsi (Sapienza University of Rome), Terenzio Cozzi (Università di Torino), Jerome Creel (OFCE, Paris), Apostolos Dedoussopoulos (Panteion University, Athens), José Deniz (Universidad autonoma de Zacatecas), Fedele De Novellis (Ref Ricerche), Pat Devine (University of Manchester), Henk de Vos (University of Groningen), Davide Di Laurea (Istat), Amedeo Di Maio (Università di Napoli l'Orientale), Carlo D'Ippoliti (Università Sapienza di Roma), Denis Dupre (University of Grenoble Alps), Dirk Ehnts (Berlin School of Economics and Law), Trevor Evans (Berlin School of Economics and Law), Eladio Febrero (University of Castilla-La Mancha, Spain), Aldo Femia (Istat), Jesus Ferreiro (University of the Basque Country), Stefano Figuera (Università di Catania), Lia Fubini (Università di Torino), Stefania Gabriele (CNR-ISSiRFA), Nadia Garbellini (Università di Pavia), Jorge Garcia-Arias (University of Leon), Giorgio Gattei (Università di Bologna), PierGiorgio Gawronski (Scuola Nazionale dell'Amministrazione, Roma), Christian Gehrke (University of Graz), Andrea Ginzburg (Università di Modena e Reggio Emilia), Claudio Gnesutta (Università La Sapienza, Roma), Spartaco Greppi (SUPSI-DSAS, Switzerland), Harald Hagemann (University of Hohenheim, Stuttgart), Greg Hannsgen (Levy Economics Institute), Peter Howells (UWE, Bristol), Jesper Jespersen (Roskilde University), Matteo Jessoula (Università di Milano), Bruno Jossa (Università Federico II, Napoli), Jakob Kapeller (University of Linz), Nikolaos Karagiannis (Winston-Salem State University), Steve Keen, Stephanie Kelton (University of Missouri), John King (La Trobe University), Hagen M. Kramer (University of Applied Sciences, Karlsruhe), Christian Lager (Graz University), Dany Lang (CEPN, Paris), Kazimierz Laski (University of Linz), Joelle Leclaire (SUNY Buffalo State), Stefano Lucarelli (Università di Bergamo), Rasigan Maharajh (Tshwane University of Technology), Cristina Marcuzzo (Università di Roma La Sapienza), Michela Massaro (Università del Sannio), Martina Metzger (Berlin School of Economics and Law), Jo Michell (UWE, Bristol), Thomas Michl (Colgate University, NY), Lisandro Mondino (Universidad de Buenos Aires), Basil Moore (Stellenbosch University), Mario Noera (Università Bocconi, Milano), Guido Ortona (Università del Piemonte Orientale), Paolo Palazzi (Sapienza Università di Roma), Sergio Parrinello (Università La Sapienza Roma), Stefano Perri (Università di Macerata), Paolo Pettenati (Istao e Università Politecnica delle Marche), Anna Pettini (University of Florence), Antonella Picchio (University of Modena and Reggio Emilia), Gustavo Piga (Università di Roma 'Tor Vergata'), Paolo Pini (Università di Ferrara), Fabio Petri (Università di Siena), Francesco Piro (Università di Bologna), C. J. Polychroniou (Levy Economics Institute), Nicolas Pons-Vignon (University of the Witwatersrand, Johannesburg), Pier Luigi Porta (University of Milano Bicocca), Aderak Quintana (Universidad autonoma de Zacatecas), Srinivas Raghavendra (National University of Ireland, Galway), Paolo Ramazzotti (Università di Macerata), Sergio Rossi (University of Fribourg), Alberto Russo (Università Politecnica delle Marche), Fabio Sabatini (Sapienza University of Rome), Francesco Saraceno (OFCE, Paris), Domenico Scalera (Università del Sannio), Stephanie Seguino (University of Vermont), Felipe Serrano (University of the Basque Country), Riccardo Soliani (Università di Genova), Francesca Stroffolini (Università Federico II di Napoli), Andrea Terzi (Franklin College Switzerland), Mario Tiberi (Sapienza Università di Roma), Guido Tortorella Esposito (Università del Sannio), Domenica Tropeano (University of Macerata), Achim Truger (Berlin School of Economics and Law), Lefteris Tsoulfidis (University of Macedonia), Faruk Ulgen (University of Grenoble), Leanne Ussher (City University, New York), Bernard Vallageas (Université Paris Sud), Carmen Vaucher de la Croix (SUPSI, Lugano), Marco Veronese Passarella (Leeds University), Carmen Vita (Università del Sannio), Yulia Vymyatnina (European University at St.Petersburg), Herbert Walther (Vienna University), Brigitte Young (University of Muenster), James Young (Edinboro University), Grigoris Zarotiadis (Aristotle University of Thessaloníki), Alberto Zazzaro (Università Politecnica delle Marche), Gennaro Zezza (Levy Institute and Università di Cassino).